Entrada 3 - Willy

Después de todo el emocionante espectáculo en el Clover a ritmo de jazz, diviso el viejo Chrysler negro de Ramón Salsamendi llegando a recogernos a toda velocidad. Las expectativas de cara a lo que siempre he considerado que debe ser una noche por todo lo alto son ilusionantes, y parece que la fiesta solo acaba de empezar. ‌

Entrada 3 - Mel

Salimos del bar y el calor sigue siendo pegajoso, escupo un gargajo repugnante a causa de todo lo que he fumado durante mi estancia en aquel agujero. Saco el último cigarrillo y estrujo el paquete, que dejo caer al suelo desvergonzadamente. El tipo al que he conocido hace un rato tiene la cara cada vez más desencajada y su aliento apesta a piscolabis salados y vómito, pero me cae bien. El sol se ha escondido y las nubes han cubierto el cielo y, de pronto, como un milagro divino, comienza una tormenta que refesca las calles y nuestras maltrechas alma. Caminando por la avenida principal, Willy, como dice que se llama mi compañero del que empiezo a tener serias dudas de si su existencia es real o un simple delirio alcoholico por mi parte, me recuerda que tenemos una cita con un juguete roto de la industria musical; un rockero de la vieja escuela que estará más pasado de rosca que nosotros dos. 

Entrada 2 - Willy



Tras pegarle una buena paliza a José con el tío con el que acabo de ponerme hasta el culo de coca en los baños, recupero algo de mi cordura. Estoy sentado contra la pared y en el suelo hay un charco de sangre. “¡Que se joda!” me digo a mí mismo mientras le escupo en la cara un repugnante moco.

Entrada 2 - Mel

José está sentado en la mesa del fondo con un tipo que no alcanzo a ver bien y al cuál creo no conocer. Parece un poco pasado de rosca, pero se ríe con las gilipolleces que le estará soltando éste. Quién soy yo para juzgar a nadie. José siempre me ha parecido un imbécil total, y aprovecho para huir sin que me vea y no tener que soportar otra comida de oreja como acostumbra a hacer.